LA SEPARACIÓN ENTRE ESCUELA Y VIDA NO ES TAN MALA COMO PARECE.

 LA SEPARACIÓN ENTRE ESCUELA Y VIDA NO ES TAN MALA COMO PARECE.

La escuela no es algo natural, sino un constructo social creado con propósito, reglas y funcionamiento específicos. Hoy se aprenden muchas cosas en ella, pero en un inicio eran cuatro fundamentales que aún perviven.
Lectura.
Escritura.
Códigos sociales.
Matemáticas.
Ninguna de ellas era natural al ser humano. Lo natural era vivir en cavernas, morir pronto. Por lo general de manera dolorosa y/o violenta, por enfermedad, en manos de otro ser humano para robar herramientas de cacería o provisiones, o por el ataque de algún depredador. Tener miedo de la lluvia, relámpagos, deslaves, eclipses y erupciones volcánicas (bueno, a las erupciones volcánicas todavía les tenemos miedo). Y en general de la conciencia de nuestra propia pequeñez vulnerable, frente a los elementos.
Natural la comunicación gutural, gritos y golpes de pecho, sin Jane de por medio. Trepar árboles y andar desnudos, no por falta de pudorosa vergüenza, sino para disipar el calor corporal. En una época en que la luz ultra violeta no era causante de cáncer en la piel ni envejecimiento prematuro.
Eso era lo natural.
En algún punto, probablemente en razón del aumento de proteína y grasas en nuestra dieta. Nuestro cerebro creció, organizó la violencia, que se reflejó en la cacería de presas mayores. Y empezó a tomar decisiones que a la postre resultarían vitales, como entrar al agua al ser perseguido por un tigre, para salvar la vida. Los testigos aprendieron en esa misma lección a cuidarse además de los cocodrilos. O poner atención al crecimiento de una planta, para de manera eventual, replicar procesos.
Y por supuesto, el desarrollo del lenguaje.
Primero, manos en la pared y presas de trazos burdos, luego lugares de caza y fuentes de abastecimiento seguro de agua, o concepciones sobrenaturales. Hasta hoy, que nombramos en latín, cada cosa descubierta. Porque para empezar suena bonito y también porque nos recuerda lo listos que somos.
Criticar a la escuela por estar desconectada de la realidad, es desconocer por completo justo la razón principal de su existencia. Proporcionar conocimientos ajenos a la naturaleza. Nuestra especie abandonó su estado salvaje, construyéndose un mundo a modo. En el que nosotros somos el centro, por cierto funcionó por un tiempo.
En lo particular, este mundo no me parece horrible. Francamente prefiero ir en coche al super, comprar los ingredientes para hacer unas tapitas de jamón serrano con trocitos de melón e higo, queso de cabra con arándanos y pan a las finas hierbas. Todo esto en hora y media desde el viaje de ida al consumo. A dedicar toda mi jornada, cada día a rastrear, perseguir, atrapar, matar, desollar y destripar a un tlacuache. Para luego preparar un estofado con lo que fuera que me encuentre en el camino, con el riesgo de morir de salmonelosis un día sí, y otro también.
La civilización tiene sus ventajas.
No quiere lo anterior decir, que no comprenda la razón, necesidad y urgencia de la sustentabilidad. Algo que los antepasados desconocían. Aunque tal vez tampoco les hubiera generado interés alguno, de la misma forma que muchos hoy. Lo digo porque ese desinterés tampoco es su culpa, así fueron formados.
Acusar a la escuela de desconexión con la vida real, es no nada más injusto, sino estéril. Es imposible aprender a leer mientras se procura la supervivencia. Es más fácil cuando el trabajo de otros nos proporciona la seguridad y comodidad de aprender. Cuando se generó un ambiente para aprender. La misma existencia de un lugar ex professo para aprender, ya implica una modificación sustancial al ecosistema.
Mucho se ha criticado el saber segmentado de la escuela. ¿De qué otra forma podría ser si los libros son justo así, segmentados y secuenciales? Si la misma escritura y lenguaje son así, segmentados y secuenciales. Al menos en lo que nuestra lengua se refiere.
La escuela no está disociada de la realidad, simplemente es otra realidad. Distinta, diferente, lo que no implica que no exista. Compuesta de ideas, conceptos, abstracciones. Cuya comprensión impacta mediante la apropiación, en la forma en que percibimos, interpretamos e interactuamos con la realidad.
Baste un ejemplo: La deglución. Es un acto único a todos, hacerlo de pie, con las manos, en casa o calle, rodeado de personas queridas, cerrando un negocio, charlando, comer con cubiertos, es un ritual. Lo mismo ocurre con la educación, convierte lo natural en una interpretación personal.
Ya antes de la pandemia, pero con mayor intensidad durante esta, se había dado un desarrollo exponencial de uso pedagógico de las TICS´s. Aunque hace mucho la realidad virtual convivía con nosotros, modificando ese patrón de fraccionar, progresivo. Es muy importante comprender esto, porque estamos a punto de entrar a una época en que las tres realidades coexistan en escuela y vida. Se superpongan, modifiquen, enriquezcan una a la otra y en algún punto, difuminen fronteras.
La realidad virtual, lo mismo que la escolar, es tan cierta como la propia vida. Al menos esa es la forma en que nuestros cerebros la interpretan. Con ventajas de interacción e inmediatez para el modo virtual. Ya estamos en las postrimerías, hoy es posible construir un modelo pedagógico en tiempo real, en colaboración con personas de todo el mundo. A las que tal vez nunca conozcamos en persona.
Lo que no implica que no desarrollemos vínculos de afecto, fraternidad y camaradería.
Tal vez sea el momento de apartar nuestra visión dicotómica de las circunstancias. Más como medio infructuoso de justificar inmovilidad e insuficiencias. Y empezar a abrazar la totalidad de lo que no viene, y no espera a nadie.
Shayd Santillán.

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