FEARLESS
En lo relativo a este asunto lo esencial se encontraba a vista de cualquiera aun cuando al mismo tiempo tan oculto sin intención cómo el tesoro de Moctezuma. Nada era más evidente, no obstante obvio para quienes el mismo exacto proceso hubiesen vivido y conquistado. Era un tipo sí, poquitito superior término medio en talento, talante, peso, estatura, sonrisa y cualidades. De amabilidad victoriana, mundo, cultura y expectativas un pelín por encima del popolo, con la pimienta de gustos y gastos claros, contundentes, depurados, específicos de nicho que juntos conformarían algo muy similar al combo de hamburguesa, papas y refresco.
Sin embargo nada por sí en lo individual ni en conjunto podía explicar el por qué se trataba de una figura siempre presente en los foros indicados, inclusive no estando ahí, pues brillar en ausencia era en su caso algo más que una frase, sino arte pulido que no dudaba en ejercer de forma ocasional con delicadeza y otras tantas casi violento.
Nada salvo dos características explicarían este fenómeno de sujeto ordinario devenido algo distinto, mejor. A lo largo de su proceso vital desarrollaría una prioridad, casi obsesión reinante sobre toda su existencia con carácter de no negociable: consolidación, reforzamiento diferenciación, incremento, exportación de su propio y único estilo de hacer las cosas, personalidad en el trabajo de guiar, liderar, conducir. Añadiendo el mejor componente de todos, inquebrantable voluntad de exorcizarse contra el miedo en todas sus manifestaciones.
Entonces a pesar de ser tan sólo un tipo más corriente que común, estos factores en mixtura y potenciación le dotaban de un aura distinguible frente a quien fuera, o todos juntos, condensado lo anterior en una frase: “miren, ahí va un hombre sin temor”.
Shayd Santillán.