Hace años hubo en el Distrito Federal, hoy Cdmx un concierto del trovador Pablo Milanés. Tan conocido por talentoso como por sus públicos compromisos políticos y sociales.
Entre los asistentes se encontraba un cantante mexicano muy popular en los ochentas y noventas del siglo pasado: Manuel Mijares. Quien grabó con su peculiar estilo gutural una de sus canciones; el breve espacio. Pablo lo invitó al escenario a “aventarse un palomazo”. La reacción del público fue sorprendente: Abucheo generalizado cuya razón parecía evidente, a la audiencia no gustaba la idea de escuchar a un cantante pop.
La rechifla obligó al cantautor a intervenir. Recriminó la poca tolerancia del respetable. Mencionó que la trova se trataba justo de tolerancia, ser la voz de los que pensaban diferente. Que por eso habían luchado durante décadas, para poder expresarse con libertad.
Lo anterior fue por años poco más que una anécdota. Hoy comienzo a pensar que quizás, sólo quizás; se trataba de un oculto rasgo de personalidad que aguardaba el momento oportuno para mostrarse en todo su esplendor.
Esto no se trata de partidos políticos, ni de vencedores o vencidos. La contienda terminó hace un año en términos de ley. Pero al parecer aún pervive en el fuero interno de muchos. Hubo errores en el pasado, la sociedad mexicana lo supo entonces y decidió en consecuencia dar oportunidad a un proyecto político diferente.
En este momento también hay errores graves, muy graves. No ayer, no en el pasado. Hoy quienes tienen la responsabilidad de dar resultados presentan excusas, cometen equivocaciones y francos abusos inimaginables incluso para quienes ellos mismos criticaron por años con vigor y dinamismo.
No se trata de vociferar de manera sistemática e irreflexiva que todo lo realizado hasta este punto ha sido un error. La eliminación de privilegios y gastos superfluos, por poner un ejemplo, parece una decisión acertada. Llevar la austeridad al punto de que los institutos de salubridad no sean capaces de cumplir con su deber de cuidar la salud de los mexicanos, es un error, un exceso y un crimen.
Ni qué decir de la partida secreta para uso discrecional del Ejecutivo Federal.
Tampoco se trata de desear que le vaya mal a quien dirige los destinos de la nación en que todos vivimos. Ello es insensato y propio de espíritus enanos, mentes obtusas. No estamos para esas mezquindades. Pero de ningún modo significa guardar silencio ante lo que parece incorrecto.
ASÍ NO FUNCIONA LA DEMOCRACIA.
Sin embargo, llama la atención la enorme sensibilidad a la crítica que han mostrado los recién llegados y sus simpatizantes. Entre la prensa chayotera, mafias en el poder, el ¿por qué callaron como momias? Y la inmensa y creativa cantidad de agresiones, insultos, descalificaciones, confrontación, denostación, ironía ocurrente cuando bien va; o leperadas corrientes y vulgares cuando va mal. Respuestas irreflexivas y nada argumentadas que han tomado el poder de las redes sociales, conversaciones de café y hasta cámaras de representantes; francamente no hay para donde hacerse.
El nivel de discusión, respeto y tolerancia en el país se encuentra en un nivel bajísimo, a consecuencia de quienes deberían promover la unidad nacional.
Insultar no es debatir, gritar más fuerte no es sinónimo de vencer ni ostentar el difuso privilegio de la razón. Ganar el debate tampoco altera la realidad, que termina por alcanzar a todo régimen.
En especial a los que tienen que recurrir a todo lo anterior como arma de constante legitimación ante el populus.
Al menos ante el que ellos consideran como tal.
¿Qué no es el respeto al disenso, uno de los principales postulados de la izquierda?
¿O ya no lo es?
¿O ya no es izquierda?
¿Qué no la izquierda mexicana se hizo imprescindible en la vida política nacional a causa de personas de altísimo nivel ideológico, conceptual y mucho valor, capaces de rebatir, debatir y confrontar los excesos del poder, con argumentos y razones; y no con gritos y agresiones?
Ellos levantaron la voz y ahora sus herederos insultan y pretenden acallar en medio de una gritería ininteligible a quienes piensan diferente.
Interesante.
Shayd Santillán.